viernes, 27 de agosto de 2010

BREVE RELATO ROJO

Rayó su último sol, como si fuera a beberlo. Siempre le temió a la noche, aunque se vestía de negro. No hubo papel, ni justificaciones. No quería dar un porqué que jamás recibió. Cerró la puerta de la habitación y se tomó esas pastillas para dormir. Eternamente. Se selló con malbec los labios, también rojos. Se recogió el pelo como una diosa. Cambió el llanto por una mueca, vaga. Se pintó las uñas tarareando una canción que alguien dejó olvidada en la cama. Se intentó delinear los ojos pero terminó manchándose y no alcanzó siquiera a mirarse en el espejo. Usó sus dedos como crayones sobre el vidrio, también asfixiado. Ese fue su último grito. El que se suicida va al infierno. Pero ella entraría por la alfombra roja.

jueves, 29 de julio de 2010

se alquila

.



Necesito alquilar una casa

con ventanas grandes para que el sol entre cada día a recordarme
lo hermosa que es la noche,
con varias alfombras donde apilar castillos de libros y naipes,
con un jardín tan grande como para que me entre un grillo de mascota, necesario para que con su canto espante a la soledad del verano y su olor a pasto mojado,
con plantas que por las noches absorban el tabaco y lo devuelvan hecho suspiros,
con un perchero donde colgar cuando termina el día mi saco y mis miedos,
con una puerta giratoria para que me abandonen sin dar portazos,
con una pared oscura donde olvidarme algún rato de que tengo sombra,
con un techo aislante para no molestar a los vecinos con el ruido de estos versos,

necesito habitar esta casa URGENTE.

sábado, 6 de febrero de 2010

trance

.



Me interceptó el diablo en sus ojos
y yo dejé que me declaren la guerra
en su espalda sin paz


la noche siguió
sicodélica
obnubilándome en sus lunares
como joyas apagadas

incitándome a beber el veneno letal
de su cuello transpirado

y hacia el sur
su descarga a quemarropa
su ola rompiéndose en mi piedra nunca inmaculada
y la soledad anunciándose en la puerta
del suspiro que llega a su final

lunes, 25 de enero de 2010

pronto

.






Creer en tus ojos
sólo cuando se te caen los párpados

Temerle a la inercia que nos galopa

Fingir que las arenas no caen
como si fuera fácil no clavarle los ojos
al rel oj
y a sus agujas
que también se nos clavan

Andar
con la frente en alto
y las rodillas débiles
con la sonrisa intacta
y la lengua mordida

Andar por la vida
(como si la vida no nos anduviese encima)

Pronto
le soltaré el cabello a los gritos en mi garganta
a la mirada
misiva
le pondré rimel y delineador

Me pintaré de rojo los labios
aunque siga pronunciado tu nombre

Me fumaré un cigarro tranquila
como si la soledad nunca me fuese a asfixiar

viernes, 1 de enero de 2010

navidad

© José Saramago




Navidad.
Ni aquí ni ahora.
Vana promesa
De otro calor y nuevo descubrimiento
Se deshace bajo la hora que anochece.
¿Brillan las luces en el cielo?
Siempre brillaron.
De esa vieja ilusión desengañémonos:
Es día de navidad. No pasa nada.

sábado, 11 de julio de 2009

Ya no

.




Ya no es de harina este abrazo.
Se nos deshace en arrugas
Se nos cae
sutil
como los párpados cansados.

Hay un Atlántico separándonos las espaldas.

La luz del día me apunta, amenazante.

Se van velando los negativos de tu voz
y ya no se si son reales estas fotos de la felicidad.

viernes, 29 de mayo de 2009

para justificar la lluvia

.

Dejar que llueva
que se destiña la nostalgia,
que se hagan confidentes los paraguas
al rozar de sus perfiles,
que el olor a pasto mojado
me rebalse el alma,
que la tierra húmeda me invite a
garabatearle huellas
y que las raíces,
frágiles
se abracen bajo la tierra.

Dejar que llueva
aunque se multipliquen las horas,
declararles la guerra con
chocolate caliente
o darle tregua con
un simple té.

Esperar el húmedo anochecer.
Detener el reloj de arena.
Jugar a la escondida con tu sombra
y dejarme vencer.

Dejar que llueva
para templarte el alma y
tener que desnudarte,
desafiar el viento con el trópico de los cuerpos
y ese frío de la lluvia,
por calor.

Dejar que las pestañas se mojen, hasta
caerse los párpados,
calcular la frecuencia de las gotas
y amarnos a su ritmo.


Dejar que llueva
que se sumen más charcos, allí
afuera
aquí
nosotros
nos estamos secando.